Mayordomía cristiana

Honrando los dones de Dios

Administrar las bendiciones de Dios con gratitud, generosidad y propósito, hoy y para las generaciones venideras.

Dar a los demás, tanto en la vida como después, debe ser deliberado y meditado con devoción. Es la gestión prudente del tiempo, el talento y el dinero para determinar la mejor manera de planificar el cuidado de nosotros mismos, de nuestras familias y de las causas que más nos importan.

El Catecismo nos recuerda que, aunque Dios nos ha dado estos dones, estamos obligados a usarlos para el bien común y para el bien de nuestras familias (Catecismo 2403). Es un asunto serio considerar cómo cuidar mejor a nuestros seres queridos y a nuestra Iglesia cuando Dios nos llama a casa.

La visión bíblica de la mayordomía

Las Escrituras nos recuerdan que todo pertenece a Dios (Salmo 24:1), y estamos llamados a retribuir con confianza (Proverbios 3:9-10). Jesús mismo enseñó la generosidad radical, instándonos a acumular tesoros en el cielo (Mateo 6:19-21) y a dar libremente según lo que hemos recibido (Mateo 10:8).

La Parábola de los Talentos (Mateo 25:14-30) nos recuerda que rendiremos cuentas por cómo usamos lo que Dios nos ha dado. Y la Parábola de la Lámpara (Marcos 4:21-25) nos llama a dejar que nuestra luz —nuestros dones— iluminen la oscuridad.